domingo, 24 de julio de 2022

Museo Nacional Ferroviario de Entroncamento (Portugal)

 


El 20 de julio acudí a Entroncamento para visitar su Museo Nacional Ferroviario. Hacía más de 10 años que no visitaba este importante enclave ferroviario, cuando todavía se estaba organizando el material y el Museo no se había inaugurado.

Ahora es posible llegar a Entroncamento en tren directo desde Valença y volver en la misma jornada. Eso sí, hay que madrugar, puesto que el Intercidades con destino a Lisboa sale a las 6:50 hora portuguesa (7:50 hora española). La vuelta se realiza en el tren inverso con llegada alrededor de la media noche. Son poco más de cuatro horas de viaje por sentido pero el viaje merece la pena y no se hace excesivamente largo.

Son las 7:30 (HE) en Valença y un largo día por
delante espera. El Intercidades ya está dispuesto.
 La locomotora 5608 y seis coches, cuatro de segunda clase, uno de primera y un mixto primera y cafetería aguardan a los pocos viajeros que suben en Valença. A lo largo del recorrido el tren se irá llenando poco a poco y en Porto se completará.
Por el camino todavía se ven varios tramos en obras de mejora, necesarias en ciertos puntos donde el traqueteo se hace demasiado molesto. Son significativas las obras entre Gaia y Espinho, donde el tren circula durante mucho tiempo a velocidad limitada de 30 km/h por obras, lo que retrasa el  itinerario del tren de 15 a 20 minutos.

A mediodía llegamos a Entroncamento, y la primera sorpresa no la encontramos en el museo sino en la propia estación, al ver el tren de auscultación ultrasónica, que acababa de llegar y pude fotografiarlo antes de que lo estacionaran dentro de una pequeña nave. 

La estación de Entroncamento es un enclave importante en la red ferroviaria portuguesa y en un día de semana como este, se pueden ver, además de los innumerables regionales, intercidades o "alfas" , éstos sin parada, varios trenes de mercancías de distintas compañías ferroviarias.

Sin prisa pero sin pausa me dirijo al Museo que está al otro lado de la estación siguiendo las flechas que indican el camino y utilizando la pasarela superior que cruza las vías desde donde se toman buenas fotografías.



La entrada general al Museo vale 6 € pero presentando el billete de tren solo pagas 3 €, maravilloso. Fue inaugurado en 2015 y contiene varios espacios expositivos, donde destaca su rotonda y su placa giratoria. Ésta es original pero el edificio de la rotonda es de nueva construcción puesto que el edificio antiguo fue demolido en los años setenta.

El edificio por el que se accede al Museo es el antiguo almacén de víveres, donde se encuentran varias salas con contenido multimedia y temáticas relacionadas con el vapor, con vía y obras, con el servicio médico y con las comunicaciones y gestión de las estaciones; en las que se pueden ver incontables objetos de la vida cotidiana en estos trabajos.
A continuación, se accede a la rotonda y a su gran colección de máquinas de vapor, entre las que se encuentra esta singular locomotora fabricada en Bélgica en 1901 que aparece a la derecha, una auténtica belleza. Pero son muchas más y en diferentes grados de conservación, lo que merece una vista con calma de todas ellas, por delante y por detrás, puesto que algunas pequeñas joyas como la presente pueden pasar desapercibidas a simple vista.


Por la parte trasera de la rotonda accedemos a las naves de las antiguas oficinas de vapor, donde se encuentran auténticas joyas ferroviarias del s. XIX al s. XX, del vapor al diésel, destacando una entre todas ellas: el Tren Real.
Tren Real compuesto por la locomotora D. Luis de 1862 y dos coches salón de 1877 y 1858.

Pero hay más, mucho más para ver y descubrir, como un tren de cinco pulgadas que recorre la explanada interior frente a las naves de vapor, o el material pendiente de restauración en una marquesina anexa. Se necesitan como mínimo un par de horas para visitarlo o el doble si uno se para con calma en todos y cada uno de los elementos expuestos. 
También se puede hacer una pausa para comer dentro del museo, puesto que no cierra a mediodía, (abre de martes a domingo de 11 a 19h); si se lleva la comida, en uno de los coches restaurantes que se encuentran en la explanada junto al tren de cinco pulgadas. Este día estábamos a 36º a la hora de comer y se agradecía poder reponer fuerzas en un coche de este tipo provistos de aire acondicionado y con vistas a la estación. Después de comer, podemos finalizar la visita o revisitar aquellas piezas que nos han parecido más interesantes o dar una última vuelta para descubrir aquello que nos ha pasado inadvertido, puesto que son tantas las piezas a ver que es muy fácil dejarse alguna atrás.
 
La locomotora eléctrica 2551 hace años estaba abandonada a la intemperie, hoy está a buen recaudo.


Finalizada la visita al Museo, todavía quedan un par de horas hasta coger el tren de regreso, pero ese tiempo se puede emplear en ver las circulaciones que pasan por la estación. Entre medias una visita a su cafetería de estilo ochentero para tomar algo fresquito y paso por la sala de espera climatizada, es especialmente necesario en días de calor como éste.
Aprovechando las marquesinas y la sombra, es posible sacar buenas fotografías como este Intercidades procedente de Lisboa con destino a Porto-Campanhá, sin tomar una insolación. Encabezado por la 5607 arrastra siete coches: cinco de segunda, uno de primera y un mixto primera y cafetería. Pero también pasan varios "Alfa Pendular" sin parada así como largos tecos, balasteros, cementeros, e incluso se hacen cambios de sentido como el de este tren de Medway encabezado por la locomotora "Mariana" 4717 que salió antes que nosotros y posteriormente nos rebasó en Porto-Campanhá durante nuestra parada prolongada. (El Intercidades tiene consignados diez minutos).
Y tras coger el tren de regreso a las 19:30, todavía nos quedaban unas horas de luz para disfrutar del camino de vuelta desde el último coche de primera clase de la composición.
Una vez que se hace de noche, siempre podemos acercarnos al coche cafetería para tomar algo puesto que llegaremos a casa muy tarde. Por las obras antes mencionadas, llegamos a Valença pasados 10 minutos de la media noche, con 20 minutos de retraso, pero habiendo disfrutado por completo de este día trenero.


José Ángel Reyes González.-


No hay comentarios:

Publicar un comentario